Lo que mi Abuelita me Enseño sobre el Ahorro

Después de lo que mi papá me enseño sobre el ahorro, les quiero platicar cuando mi abuelita me dió una lección de ahorro que nunca olvidare:

En su cumpleaños numero 90 (ella vivió 106 años), estabamos comiendo en su casa todos los hijos, nietos y bisnietos cuando de pronto sacó una caja pequeña alcancía en forma de caja fuerte de su closet, la llevó a la mesa donde estábamos y dijo:

Quiero rifar entre mis nietos esta alcancía, donde tengo guardado algo de dinero. Ese dinero que está ahí es fruto del dinero que he guardado durante un tiempo, y se la quiero regalar a uno de mis nietos.

Empezamos a escribir los nombres de todos los nietos y bisnietos en unos papelitos; los doblamos y los guardamos en una anforita. Platicamos entre nosotros “¿Qué tanto dinero puede haber guardado la abuelita en esa alcancía?” y la verdad es que creimos que tendría unos cuantos pesos.

Estábamos por empezar la rifa, cuando la abuelita cambió el esquema de la rifa diciendo “quiero que el nombre que vaya saliendo, se vaya descartando, y así el último nombre que quede en la anforita será el ganador”.

abuelita ahorroEmpezó la rifa y uno a uno fueron saliendo los nombres de los nietos, casi nadie le prestaba atención a la rifa, porque pensábamos que habría unos 500 pesos o menos. Uno a uno fueron saliendo los nombres y se fueron eliminando los nietos.

Al final ganó mi hermana, recogió la alcancía le dió un abrazo y un beso a mi abuelita, y se fué con mi mamá a abrir la alcancía a la mesa del comedor; mientras la fiesta continuaba. Nadie le prestaba atención a la apertura de la alcancía de caja fuerte, hasta que mi hermana dijo “órale!!!!!!” y sacó un billete de 200… nos reimos un poco porque era menos de los 500 que habíamos pensado. Pero de inmediato sacó otro billete de 200, luego otro de 100, uno de 50, y así fueron desfilando billetes. Se hizo un silencio en el lugar y empezamos a rodear la mesa donde contaban el dinero.

Entonces mi hermana volteó la alcancía y aparecieron las monedas, empezaron a acomodarlas por denominación y lo mismo hicieron con los billetes. Una vez acomodados empezaron a contar el dinero, ya con todos los nietos, bisnietos e hijos rodeando la mesa con la boca abierta.

Para no hacer una historia larga, les diré que mi abuelita había ahorrado en esa alcancía 33,500 pesos, que todavía hoy es una buena cantidad de dinero, pero si les digo que esa fiesta fué hace 20 años creo que le dá una nueva dimensión a la cantidad de dinero que ahorró mi abuelita.

En ese momento nos salió el López Obrador que todos llevamos dentro (aunque para esa época ni pintaba en la política) y quisimos impugnar la rifa y repetirla, pero mi abuelita se opuso terminantemente.

Ya después le pregunté “Abuelita, cómo ahorraste tanto dinero en esa alcancía?“, ella me explicó el secreto de su enorme ahorro, y me sorprendió lo simple pero tan difícil forma en que lo hizo:

Me explicó que cada ves que pasaba el de las nieves y ella ya había decidido pararlo para comprarle una, iba tomaba el dinero que costaba la nieve y lo guardaba en la alcancía. Luego cuando tenía ganas de comprar una revista (porque ella siempre tuvo buena vista), se aguantaba y guardaba el costo de la revista en la alcancía. ¿Oye pero y los billetes de 200, como llegaron a la alcancía?, “ahh es que una vez pensé en cambiar mi vieja televisión, pero pensé que me gustaba más escuchar el radio, y entonces compré un radio y guardé la diferencia del costo de la televisión en la alcancía“.

En resumen me explicó que el secreto del ahorro, es diferenciar las cosas que quieres de las que necesitas, y solo comprar lo verdaderamente necesario. Ella nunca se dejó vencer por las ideas de la sociedad donde el que más tiene es el que más vale, y en lugar de eso, utilizó ese esquema para motivarse a ahorrar.

A mi me dejó marcado profundamente y gracias a lo que mi papá me enseñó sobre el ahorro y a mi abuelita, ahora puedo juntar dinero e intentar transmitir lo que aprendí de ellos con mis hijos y poder trascender y que aún después de haberme ido de este mundo, algún día me recuerden mis hijos por lo que yo pude enseñarles.