Mi vida después de Trabajar en el Gobierno (Parte III)

El tiempo voló y mi niña pequeña, que llegó de 1 año, ya está en pre-primaria. El 2016 se fue muy aprisa. Entre escoger al candidato a Gobernador de los distintos partidos en los dos primeros meses del año, el inicio de las campañas y las elecciones, los meses se fueron como agua en arena.

La administración terminaba el 30 de septiembre de 2016. Los meses previos fueron complicados ya que no hubo mucho presupuesto para continuar con el mismo ritmo de trabajo de años anteriores. Además las campañas eran el tema principal en todos los sectores, con descalificaciones, injurias y mucha “guerra sucia mediática” en todas las redes sociales. Muchos conocidos que estaban trabajando en la campaña del partido en el poder, se sentían ganadores.

MI VIDA DESPUES DE QUE CAMBIO EL PARTIDO EN EL GOBIERNO: Termina el Sexenio, ahora ¿qué sigue? Ver la Primera parte de la historia AQUI y la Segunda Parte AQUÍ.

A veces daba risa ver que se reunían para repartirse los puestos que ya sentían como suyos. Y mi pregunta era ¿y quién está trabajando en la campaña y quién está trabajando en el día a día en el gobierno? La elección llegó y antes del medio día, los expertos en estos temas sabían que el partido en el poder había perdido. Es muy raro que con las encuestas de salida y a esa hora, estas personas supieran lo que había pasado. “Algo raro pasó”, decían algunos. Para las 8 de la noche el candidato del partido en el poder tenía una desventaja de varios miles de votos. La tendencia era irreversible. Por primera vez en toda la historia de este estado, habría alternancia.

Un partido distinto al que estuvo gobernando por 80 años ganó las elecciones. Habría un cambio total en el Gobierno y como lo he dicho, yo soy apartidista y siempre me he tratado de mantener al margen de la política, pero no puedo negar que sentí una gran satisfacción al ver que la gente se hartó de la forma en la que se estuvieron manejando algunos funcionarios en el Gobierno por años y ese hartazgo se reflejó en las urnas. Quedaban entonces solo 4 meses de la administración y mi intención era cerrar con broche de oro realizando el trabajo como lo había estado haciendo (y lo hago) desde el primer día de la administración, de forma honesta. Al fin “mi trabajo hablará por mí”… Qué equivocado estaba.

Comenzamos a trabajar en el proceso de entrega-recepción de la administración. Y comenzaron a llegar los equipos de transición para la explicación de las actividades de cada una de las secretarías, así como de los programas y actividades que quedarían en proceso en los siguientes meses de la toma de posesión de la nueva administración. Me sentí honrado al ser invitado a estas reuniones de transición. No fue tanto por el reconocimiento de mis superiores al trabajo realizado, sino porque mi superior inmediato se negó a participar en este proceso de entrega-recepción.

Fue en estas reuniones en donde me conoció el equipo de transición y en donde conocí a quien sería el nuevo Secretario. Aparentemente causé buena impresión en las presentaciones que realicé porque me pidió, unas semanas antes del cambio de administración, que me quedara a trabajar con él porque me quería integrar a su equipo de trabajo. Ahí fue en cuando cometí el primer error de varios que cometí, ya que, al sentir que ya tenía asegurada mi continuidad en el Gobierno, no me dediqué a buscar trabajo, es decir, no trabajé y ni siquiera pensé en un PLAN B. Al fin “mi trabajo ya estaba hablando por mí”.

Mi trabajo hablara por miUna semana antes de que terminara la administración, nos pidieron que firmáramos una renuncia para que el proceso con la nueva administración fuera más transparente. Es una ley no escrita en la que se establece que los funcionarios públicos de mandos medios y superiores federales, estatales o municipales, presenten su renuncia al cambiar la administración. En el caso de funcionarios federales de mandos medios y por la Ley del Servicio Público de Carrera, éstos pueden continuar en el puesto aunque existan cambios en el Gobierno, siempre y cuando acrediten los exámenes de conocimiento relacionados con su encomienda. Pero en el Gobierno de nuestro estado así no funcionan las cosas.

Me enteré que algunos Directores no quisieron presentar su renuncia ya que en algunos casos, eso significaba renunciar a mas de 15 o 20 años de servicio y eso les implicaba perder la posibilidad de pensión y los derechos laborales de una liquidación conforme a la Ley. Nos doraron la píldora diciéndonos que si no firmábamos, entonces no recibiríamos el proporcional de aguinaldo y que no nos podrían asegurar que seguiríamos recibiendo sueldo después del 30 de septiembre. Al final yo firmé por dos razones, la primera, porque soy institucional y la segunda, porque el Secretario que entraría en funciones, me había invitado a trabajar con él.

Con todos estos temas en los últimos meses de la administración, mi pensamiento siempre estuvo en entregar de la mejor forma posible y, de darse el caso, explicarle todas mis funciones y enseñarle a quien llegara a reemplazarme todo lo relacionado con mi puesto.

Llegó el día de la toma de posesión. El 01 de octubre de 2016 cayó en sábado, y llegaron a la capital del Estado cientos de personas a acompañar al Gobernador y a su gabinete a la toma de protesta. Había un extraño halo de irrealidad en el ambiente. Unos amigos me pidieron de favor pasar por ellos al aeropuerto privado, ya que fueron invitados a este trascendental evento.

Primero en el congreso, el Gobernador saliente entregó el poder al Gobernador que entraba en funciones. Fue un evento rápido y protocolario. La celebración principal se dio en el marco de una comida a la que llegaron cientos de invitados de todo el estado. Ese fin de semana reinó en la capital, un ambiente de festejos por un lado, y sollozos y preocupación por el otro. Nadie sabía a ciencia cierta que pasaría en los próximos meses. Unos se lo imaginaban… otros como yo, no…

  • Nunca debes de confiarte.
  • Papelito habla.

….continuará

Mariano L.